miércoles, 31 de octubre de 2012

Un encuentro sanador

Esa noche llegué a casa con sensación de plenitud. Por primera vez en muchos días el vacío que me ocupaba las emociones -luego de jornadas duras y realidades frustrantes- estaba ausente. Sentía que venía de un encuentro sanador.

Me senté en la cómoda de mi cuarto y tomé de mi biblioteca una novela de Marcela Serrano que había leído hace algunos años: “El albergue de las mujeres tristes”. Una historia de ensueño en la que la autora describe un lugar fundado por una sabia mujer, quien abre las puertas de su casa a todas aquellas que están dolidas de corazón por diversas circunstancias. Las cuida, las escucha, les respeta sus silencios, llora con ellas, comparte sus dolores hasta que finalmente se les remienda el corazón y resucitadas vuelven a la vida sin durezas en el alma.

Y en eso andaba absorta cuando de repente sonó un pin en mi celular que decía: "Blanca, tienes que escribir algo sobre lo de hoy". Yo contesté: "Meme, estás reloca, no puedo"...

Era cierto, no podía. Necesitaba asentar las emociones para regalar un texto a las mujeres que crecieron conmigo y que hoy -pasado el trago amargo de llegar al cuarto piso- resulta que se ven más bellas, más lúcidas, más sencillas pero sobre todo verdaderamente auténticas. Es esto último lo que me ha sobresaltado durante todos estos días.

Pido disculpas de antemano por ser este un texto imperfecto; no está basado en hechos sino en mis percepciones. Pero como en realidad Meme me metió en esto, cualquier queja ya saben a quien dirigirla.

El primer rostro que se me viene a la mente es el de Carmela. La respuesta es simple: explotó en hermosura como el Ave Fénix. Su prima, la mamá de Leonor, es el segundo rostro que recuerdo con sentimiento porque de todas me rememora la importancia de aprender a escuchar, sus silencios son reflexivos y sus palabras consejeras se alimenta de esa fuente.

Daysi y Martha. Las redescubrí hace poco tiempo y ni loca las vuelvo a soltar. Yo no conozco dos hermanas que se profesen tanto amor explícitamente. Y si, no me da pena decirlo: A veces me crean angustia porque no se con cuál estoy hablando. Daysi es la madre que alimenta -como la diosa de la tierra para los griegos- pura fecundidad en proyectos. Martha es polifacética. Sabe cómo piensa la gente, tiene una cámara que pesa como 10 kilos, alimenta una vida espiritual y pertenece al club de las divorciadas como yo.

Dos fotos. La primera: Karina Pimentel, Andreina Rotaugh, Anabella Vanderbist. Las miraba y pensaba en esa belleza madura que muestra sin poses que se sabe quién se es. Karina sencillamente dulce, Andreína con una sonrisa que revela que la diversión es parte sublime de la vida, y Anabella apacible con una hermosura azabache.

La segunda: Titi Gómez abrazando fuertemente a Ana Jo, fundidas en la hermandad; mientras Luisa Teresa mira a la cámara de frente y se une al abrazo con una sonrisa de felicidad que revela celebración de la vida. Esta foto me conmueve personalmente por su significado. Titi da fuerza con sus brazos apretados, lo que significa la amiga todo terreno que apoya; mientras Luisa se trasforma en niña para hacerle a los momentos dramáticos una burla y decirle a las calamidades: “Te ganamos”.

Ana jo, con esos ojos grandes y esa simpatía informal nos hizo callar (algo casi milagroso cuando estamos juntas) y de manera sencilla nos confesó con satisfacción su lucha contra el mal de las mujeres: el cáncer de mama. Su recuperación y la culminación de una relación de años que ya no funcionaba. Confieso que no creo que haya algo más liberador que salir de esas dos cargas casi al mismo tiempo, confesarlo con plena conciencia y celebrarlo como en ese momento hicimos. Y si, es tan cuatriboleada, que rindió tributo a las amigas “las únicas con las que verdaderamente cuentas en los momentos difíciles” -según expresó- y nos presentó a PLM (Pa' lante Marica) una hermandad fundada por ella a la que pueden acudir todas las que por enfermedad, ruptura de corazón, desencanto con la vida, pérdida de la esperanza, lutos, preocupaciones económicas, o cualquier otra vaina de esas que nos ataca a todas las mujeres en algún momento de la vida y que desde la “dizque liberación femenina” le ha dado por pegar más duro.

A las feministas de la historia les doy las gracias pero nunca pensé que tal liberación sería la esclavitud de los tiempos modernos por los sopotocientos roles que hemos tenido que asumir. Lo sublime de la ocasión: el verde de las pulseras, el color de la esperanza. La lección: Ana jo! Eres una jodida dura! Te quiero por quien eres y por lo que representas.

Carajita odiosa y antipática en el colegio: Chelena Díaz. Mujer admirable, emprendedora, con conciencia política, llena de belleza por dentro y por fuera: Chelena Díaz. Su abrazo apretado me reconfortó días después de las elecciones durante un cóctel. Se ha ganado mi respeto y resguarda algunas confidencias de mi trabajo que compartimos a veces por DM.

A Gretel la ví rápidamente. Ella es una señora joven. No le pasan los años. Y no lo digo (mal pensadas) porque su esposo sea cirujano plástico. Si se pone en este momento el uniforme del colegio se vería igual que hace 23 años. Eso si, su mirada es paciente, lleva encima un aura de tranquilidad y de madurez que me hizo reflexionar sobre esas mujeres silentes por dentro a las que el alma les va creciendo. Ella me transmite paz.

Con Luisa Mercedes y Cristina Peña lo que hice fue reírme. Son un par único. Han cambiado un montón, se burlan de ellas mismas (un signo irrefutable de inteligencia) y son la muestra de que las mujeres a los 40 son realmente interesantes. Llanas, sencillas y amorosas y sin un sólo gesto de altivez. El espíritu de inconformidad con los estándares que comparten me llamó la atención. Y pensé: “Estas deben acaparar la atención masculina a cada rato y ni se enteran”

De las íntimas es de las que más me cuesta hablar. Allí estaban Gwendi, mi incondicional en los últimos tiempos, la que me comprende sin censura. Claudia mi amiga espejo. Ella sabe lo que me pasa con sólo verme y yo siento lo mismo con ella.

 La entrada al salón de Maru Muller fue como es ella, una ráfaga de energía que pasa tan rápido que ni la ves. Con su antesala de abrazos y besos apretados, comunicó lo que todas estábamos buscando ese día: alivio, solidaridad, entendimiento. Una mujer esculpida en sonrisas y esperanza. Y hay que verle la cara a lo que significa transmitir esperanza, es un trabajo interno que lleva años, caídas y levantadas.

Yadzia, mi amiga sibarita, mi compañera de aventuras espirituales por un tiempo. Su rostro lucía tranquilo, melancólico; quizá por todos los años que todas las veintipico nos hemos dejado de ver, por lo que hemos dejado de vivir juntas, por lo que henos dejado de reír juntas. “Hay un tiempo para cada cosa y un momento para hacerlo bajo el cielo”, dice el Eclesiastés. Eso me recordó Yadzia.

Lenos me tomó por las manos y me dijo “Yo se más de ti que tu de mi, vamos a vernos y conversamos”. La abracé con la sinceridad de una vieja amistad y recordé que fue mi mejor amiga entre cuarto y quinto grado –uno de los momentos más difíciles de mi vida- cuando mi hogar materno se debatía por los cambios que producía el divorcio de mis padres. No había reparado en eso hasta ese día y le di gracias a Dios por el paso que Lenos tuvo en mi vida. ¿Ella? Se siente de corazón sencillo y marcada por uno de los nombre rusos más bellos de la literatura. Ella es así toda una zarina aunque aún no se halla dado cuenta.

Yo en el periódico siempre digo que tengo una amiga emprendedora. Y con orgullo muerdo uno de esos deliciosos casabes que compramos para compartir “de los que hace la amiga de Blanca”, le dicen coloquialmente cuando hacemos meriendas en los largos días de guardia. Valentina es sencillamente maravillosa y tengo una rabia por dentro porque no tuve tiempo de sentarme a hablar con ella. Pero las imágenes y el lenguaje corporal a veces ayudan, y en las fotos la miro y miro y me digo: “Blanca, despreocúpate ésta es una chica feliz”. Gracias a Dios existes Valentina Espinoza y tu sabes que te lo digo de corazón.

Carlota es ella, yo la veo y pienso en que si no fuera caraqueña sería maracucha por la fuerza que imprime esa muchacha. Si, muchacha. ¿Y quién coño va a creer que esa carajita que ni se maquilla tiene tres hijos? Yo la quiero porque mis amigas la quieren. Yo la admiro porque mis amigas la admiran. Yo no soy cercana a ella, pero cuando ella está yo soy feliz. A ella la heredé en los últimos años y su bondad es tan grande que me recuerda –por contraste- mi lado oscuro, sí el mío que al igual que ustedes lo llevo, lo lidio, lo acepto. 

Franchuuuu, es risa y risa, es auténtica, sin poses, sin rollos, sin ataduras. No la veía desde que nos graduamos y si tengo que describirla utilizo una sola palabra: versátil. Estoy segura de que hubiera sido una modelo de la propia Coco Chanel.

Las 10 de la noche sonaron y el albergue quedó vacío. Todas las mujeres que esa noche se reunieron quedaron sanadas. Ana Jo las despidió a cada una y su misión como impulsora de la hermandad quedó consumada, y yo dije: Gracias al cielo y gracias a Meme.







Corolario 

Chicas esta reunión no hubiera sido posible sin el impulso renovador de una pequeña llamada Laura Rivas. A ella mi especial agradecimiento.

 Unas líneas me robo para Calita (Carla Sarmiento) y Coco (Alexandra Johnson). No se me quita el vacío que me dejaron cuando se fueron. Calita, gracias por venir a mi cumpleaños. Coquito gracias por ir a verme a NY. Las amo con toda mi alma.

Ele escribí algo hace meses y creo que no lo leíste nunca. Laura se encargará de hacértelo llegar. Te quiero.

Maria Silvia, después de todo lo que has jodido con ese entrenamiento espero que mandes fotos y llegues entres las 25 primeras. Ya me pusiste a leer sobre los beneficios de correr. Pero esta culona es muy floja.

Y aquí la hermandad seguirá entre las tormentas de arenas que azotan a Andreína y los huracanes que dejan sin luz a mis niuyorkinas.

Ahh se me olvidaba (antes de que me mate). Reyna sí nos hiciste falta y mucha. Hemos creado dependencia a tus gestuales conversaciones.

Finalmente, al Whatsapp de mierda, le pido que vea a ver cómo carajo incluimos a más de 30.

Por todo lo políticamente incorrecto, perdón y firmo con mi nombre completo, el único que sólo conocen mis amigas del Colegio Los Campitos.

 Blanca Estela Vera Azaf