domingo, 13 de junio de 2010

Sex and the City 2



Sex and the city 2

A Ginette González
Graciela Beltrán Carias y
Marielisa González


“Es que te oigo como digitalizado. ¿Aló, Aló?” Todas miramos con el pitillo de la merengada de oreo en la boca; no dijimos nada pero sabíamos lo que estábamos pensando. Para una periodista multi tasking como Ginette el horario es sólo un detalle irrelevante. Marielisa, sólo por obtener el placer de burlarse de ella, agarra el celular y la imita: “Ginette es que no te veo, estás como pixelada”.

Fuimos al cine, y ¿a que no saben? Claro, eso sólo me pasa a mí: Sex and the City 2. Con el ingrediente adicional de que Ginette ya la había visto el día anterior, e hizo un par de comentarios sobre cuál personaje se asemejaba más a mí y cuál a Mary. ¡No comments! Resignada y con un cajón de cotufas, condición irrenunciable para ver la película, allí estábamos Marielisa y yo sentadas en medio de Ginette.

Cierto, a las tres nos gusta estar elegantes. Morimos por los zapatos y amamos los vestidos. Siempre andamos arregladas, incluso esos fines de semana en que nos echamos en el sofá de mi casa o nos bajamos botellas de vino en la cocina, en compañía de algunos invitados especiales.

Recientemente un colega muy querido definió en su blog la nueva manera de hacer periodismo económico. Hoy en día sin el bbpin, los mensajes de texto o los e-mails, sería casi imposible obtener exclusivas. La razón: Son pocos los que en Venezuela, antes las actuales circunstancias políticas, dan la cara.

Eso sí, no hay duda de que las periodistas de la fuente económica actualmente tienen una preparación de alta calidad y cuando están face to face con un entrevistado, los dardos envenenados salen de mentes afinadas y rostros hermosos. Es que la única responsabilidad que tenemos es con lectores, televidentes y radioescuchas.

El término utilizado por nuestro colega para esta nueva “raza de periodistas” fue Sex and the city” y a mi me encantó. Cierto, andamos entaconadas todos el día y sudamos poco (cuando trabajamos), pero si llegara a suceder esa fatalidad están MAC o Clinique para solventalo. Sin embargo y para ser realista, estas veteranas nunca le han tenido miedo a patear la calle y por eso llevan siempre un par de zapatos adicionales para las “emergencias”, en las que hay que ir al mercado de Quinta Crespo, a alguna protesta por cierre de una banco, a un megamercal o a una rueda de prensa del ministro de alimentación en Las Adjuntas. Juzguen por los resultados que se ven de inmediato o al día siguiente….

Marielisa dice que quiere tener mi ego. Yo digo que quiero ser tan bella como Marielisa y Ginette nos mira y no nos dice nada. Cómo nos va a decir si ella lo tiene todo? Hay una regla explícita entre las tres. Solemos salir, y bastante, pero cada vez que entramos juntas, Marielisa y yo nos quedamos atrás. Es muy duro tener que aguantar la humillación de que aquella escultural mujer alta, de sonrisas cautivadoras y piernas de diosa atrape las miradas masculinas.

La única vez que se quedó detrás fue al tratar de salir de un ascensor. La puerta se cerró y tuvo que esperar 18 pisos para poder bajar, No se si ha habido un evento en el que Mary y yo nos hemos reído tanto. Cuando logró salir de elevador, impávida sólo nos miró y dijo: "Entiéndanme, estoy en estado OM, nada me afecta”.

Cuando estamos juntas no nos alcanza el tiempo para echarnos todos los cuentos. No sólo cubrimos la misma fuente, sino que si hay alguien externo en la conversación de nosotras no entienden nada de lo que hablamos. Lo hacemos con una seguridad que casi casi parecemos economistas. De hecho, nos burlamos de los doctores en economía que suelen llamarnos para que nosotras les expliquemos qué está pasando.

Amamos el periodismo. Ellas dos son unas duras en televisión. La Gine lo complementa con la radio y yo soy el bicho raro que escribe sobre los que ellas hacen pero en versión de segundo día y en hojas de periódico.

Las tres conocemos la vida personal de cada una. Los avances, retrocesos, travesuras, aventuras y amores. No nos escandalizamos con nada y juramos sernos leales pase lo que pase, luego de un episodio doloroso que una de las tres debió vivir con una vieja amiga. La regla de oro: No juzgar a la otra:

Si, ya estoy en una etapa de la vida en la que no le dejo la elección a la casualidad, y si es necesario desterrar amigas entrañables, lo hago. A veces se los digo de frente, otras ni vale la pena. Es mi aprendizaje interior y una de las condiciones para no guardar rencores y tratar de mantener lo más valioso que tiene la amistad: La lealtad.

Marielisa es una gran vaciladora en su estilo de top model petit. Hace un tiempo puse en el Twistter un comentario sobre el Opus Dei, nada favorecedor por cierto, y la malvada se dio el gusto de enviarme un DM diciéndome: Ahhh claro a ti los que te gustan son los del Loyola…Casi, casi despierta mis instintos asesinos.

Gine es capaz de escribir por bbpin desde las 11 de la noche hasta las tres de la mañana, en conferencia con Mary y conmigo, y por supuesto que leemos hasta la última coma. Si no es para eso, entonces ¿para qué están la amistades? Nada que una doble capa de corrector de ojeras y café negro cargado no pueda solucionar en la mañana.

Hace unos meses me fui de viaje por largo tiempo. Gine estuvo presente todos los días a través del correo electrónico. Le iba contando cada detalle de mi periplo. Mis reencuentros con amores viejos y no tan viejos. Fue mi chamana secreta por semanas y me aconsejó en un viaje muy enriquecedor. en el que hice contacto con antiguos dolores internos y otros sorpresivos ligados a la amistad. Cuando pisé tierra venezolana, me abrazó. Ella y Marielisa me ayudaron a desenredar la telaraña y a entender la secuencia de ese maravillosos crecimiento espiritual que había vivido.

Las tres somos mujeres fuertes y duras pero cuando alguna llora por desamor, decepción, tristeza o stress a las otras se nos arruga el corazón. Gine y yo solemos proteger a Mary, no sólo porque es menor sino porque el Gobierno se ensañó con su escuela, su lugar de trabajo y lo cerró de manera vil. Frente en alto, le aconsejamos. Ya vendrán tiempos en los que la luz dentro de las conciencias aparacerá

Una vez la encontré sentadita en el suelo en la entrada del Ministerio de Finanzas. Le pregunté que qué hacía allí, y me contestó: “es que al canal no lo dejan entrar”. Le dije: ¡Levantate!. No recuerdo cuántas palabras subidas de tonos dije por el celular, pero 5 minutos después estábamos las dos arriba en la rueda de prensa.

Algo similar sucedió cuando no me dejaron entrar a un acto en el Ministerio de Finanzas, y cuando el alto funcionario pregunto por mí, Gine le contesto desafiante: “bevavera no está porque el ministro dio la orden de que no entrara”. Si alguien se mete con una, se mete con las tres, y a este trío de mosqueteras se une una cuarta ciertos días: Graciela Beltrán Carias.


El rostro de Graciela es infantil, tiene una piel radiante. Me recuerda eso que dicen de que la gente se ve por fuera como realmente es por dentro. Fue Ginette quien me la presentó y desde la primera vez que la ví, la escogí como amiga. Sin embargo, no sabía que confiaría en mí para que sorpresivamente en algunas ocasiones sus productoras hagan sonar mi teléfono, y cinco minutos después deba explicarle a su audiencia radial temas tan intrincados como los vericuetos del Gobierno para no dar divisas a los venezolanos. Cuando tranco el celular siempre pienso: Dios, ¿lo habré hecho bien?

Graciela tiene la bendición de contar con un hombre maravilloso en la vida, y lo digo porque es capaz de aguantarnos a la tres. Ha sido testigo de nuestros corazones rotos cuando lo han estado, aguanta nuestro vocabulario subido de tono cuando nos referimos a hombres pocos caballeros y es capaz de ver cómo alguna usurpa la identidad de la otra a través del Blackberry, cuando algún hombre se las da de galán y comienza a atacar. En 20 segundos queda estrellado a través de ese maravilloso invento que llaman bbpin. El señor Carlos soporta nuestras hormonas como un hidalgo. Eso sí, que no se meta con el Ipod de Marielisa porque se arma el lio.

Podemos cantar, bailar y brincar hasta agotarnos. Es nuestra mejor terapia, siempre supervisada por el señor Carlos y otros invitados frecuentes. Lástima que no lo hagamos tan seguido.

Mary, Gine, Graciela y yo nos acompañamos en la tristeza. Mi casa es ese “Albergue de las mujeres tristes” que describe la autora Marcela Serrano, pero no le tenemos miedo a la depre porque sabemos que es crecimiento espiritual, es escuchar hacia adentro.

Nos admiramos mutuamente y nos respetamos. Somos además gremialistas. ¿Cómo no serlo si todas soñamos con defendernos mutuamente y creemos que los cambios sí se logran? Esas y muchas otras virtudes son las que mantiene los hilos de nuestras almas atados.

Ahhhh sobre Sex and the city 2, Bueno, se generó una fuerte trifulca interna en pleno restaurant árabe. Al final hubo algo de humo blanco cuando quedamos en que ninguno de los personajes era puramente la esencia de alguna de las tres, aunque hubo otros aspectos que fue imposible negar y que, por supuesto, no revelaré.

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